sábado, 2 de febrero de 2008

infidelidad oscura

Tal y como algunos me pedistéis, publico un relato inédito que he escrito durante un respiro. No es de gran calidad, debido a que no le he podido dedicar mucho tiempo, pero aún así espero que os guste y que lo disfrutéis mucho.
Me despido hasta la próxima entrada.



Infidelidad oscura


Todavía algo aturdida por los últimos acontecimientos, Gerardine Labeau volvió a la realidad. Poco a poco fue recordando lo sucedido la noche anterior mientras un frío helado le recorría la columna vertebral. Por más que le pesara y a sabiendas de que la perdería, Sylvie debía saber lo que había sucedido. Le dolía bastante lo que había hecho, no tanto romper su amistad con aquella mujer que siempre estaba intentando compararse con ella y hacer que se sintiera inferior de múltiples maneras.
Tras levantarse y refrescarse con una buena ducha, decidió que sería adecuado invitar a su amiga a desayunar mientras Pierre, su novio, dormía tras la noche de fiesta que habían pasado en la bella ciudad de Tolouse. A aquella hora Sylvie estaría saliendo del bar en el que trabajaba, de manera que seguramente aceptaría su invitación.
Aunque para Gerardine fueron sólo unos minutos, en media hora Sylvie tocaba el timbre de la puerta,tras lo cual la abrió de par en par y la invitó a pasar.
--Realmente pensé que estarías durmiendo –comentó Sylvie. ¿Os fuisteis muy tarde del pub?
--A eso de las seis –respondió Gerardine mientras sacaba unas tazas del mueble y las llenaba con un humeante café. Ya se había ido casi todo el mundo menos Alice y Marguerite.
--Bueno, era de esperar. ¿Dónde está Pierre?
--Todavía duerme.
--Vaya, me podrías haber llamado para comer y así Jean, mi novio hubiera venido también.
--No me apetecía que estuvieran ellos, en realidad quería hablar sólo contigo –dijo Gerardine sentándose frente a su compañera.
La preocupación crispó la frente de Sylvie.
--¿Problemas otra vez con Pierre?
--No, no es eso.
--¿Entonces? Me estás empezando a preocupar de veras.
Aquella era la oportunidad de hacer lo verdaderamente correcto; o hablaba ahora o no lo podría hacer nunca más.
--Ha sucedido algo, Sylvie, y creo que estás en tu derecho a saberlo –comenzó diciendo. Jean y yo… hemos estado juntos. Anoche no estuve en el pub con los demás…. Sino con él.
Un mortal silencio cayó entre las dos.
--¡Me lo figuraba! –exclamó Sylvie indignada. Nosotras siempre sabemos detectar esas cosas, como bien sabes, y sólo esperaba el momento en el que pudiera descubriros, pero ahora tú misma has demostrado qué clase de ser abominable eres.
--Sylvye, escúchame….
--No tengo nada más que escuchar, creo que ya he oído bastante. El que parece vivir en otra galaxia es tu adorado Pierre, pero no te preocupes que muy pronto sabrá con qué clase de ramera anda.
Se levantó y tras coger su bolso que colgaba de una silla salió del apartamento dando un portazo.
Comprendía a la perfección la reacción de su compañera, pero al menos estaba tranquila de que al fin había hecho lo que correspondía.
En aquel momento apareció Pierre en la cocina, seguramente se habría despertado con el portazo de Sylvie.
--Buenos días, ¿has dormido bien? –preguntó Gerardine mientras le ofrecía una taza de café.
El no respondió, sino que se limitó a tomar la taza que se le ofrecía y a sentarse en la silla de la que hacía unos minutos se había levantado Sylvie, mientras miraba a su pareja con unos ojos rezumantes de cólera.
--¿Por qué no quieres hablar? ¿Por qué me miras de ese modo? ¿Qué he hecho? –preguntó Gerardine alarmada.
-¿De veras me lo preguntas? –dijo al fin Pierre irónicamente. Apareces a las siete de la mañana sin saber de dónde vienes, holiendo a colonia de hombre y con marcas rojas en el cuello…. ¿Y todavía me preguntas que qué has hecho?
Gerardine prefirió callar ante aquel ataque verbal.
--¡Lo he oído todo! –exclamó de súbito Pierre dando un puñetazo en la mesa y derramando sobre el mantel unas gotas del negro líquido. Fuiste muy tonta al dejar abierta la puerta del dormitorio. ¿Realmente pensaste que podías engañarme?
En un arranque de ira se levantó de la mesa y agarró a Gerardine por su rubio cabello mientras le propinaba gran cantidad de golpes.
--¡Déjame! ¡Me haces daño! ¡Suéltame! ¡Podemos hablar! –gritaba Gerardine desesperada.
--¿Hablar? ¡Ja! ¿Y de qué serviría? –Exclamó Pierre mientras agarraba un largo cuchillo carnicero que había sobre la mesa.


Gerardine despertó de lo que le parecía el sueño más extraño que había tenido en toda su vida. Se sentía más que bien y dispuesta a comenzar de nuevo. Tenía ganas de ver a Pierre y pedirle que la perdonara, que dejara atrás el pasado y que comenzaran de cero una nueva vida juntos.
Acompañada por estos pensamientos se levantó rápidamente de la cama y se dirigió a la diminuta cocina. Sentado a la mesa se encontraba Pierre tomando unas tostadas.
--Pierre –dijo Gerardine de pronto. Sé que tienes motivos para no querer hablar conmigo, ni verme más…. Pero me gustaría que me escucharas aunque fuera sólo un momento.
Ni siquiera volvió la cabeza, sino que continuó concentrado en su desayuno.
--Necesito que hablemos…. No me gustaría que esto terminara así, sin ni siquiera tener la oportunidad de expresar lo que siento.
Silencio.
--¿No puedes siquiera decirme algo? ¡Aunque sea un insulto o para echarme de tu casa!
Pierre continuó sin ni siquiera mirarla, como si no se encontrara en la habitación.
Harta de que no le hiciera caso, Gerardine decidió salir para dar un paseo y refrescarse.
Vagando por las familiares calles del centro de su ciudad, de súbito decidió entrar en un bar que había en la esquina para tomar un vaso de agua. Nada más cruzar el umbral de la puerta y echar un rápido vistazo hubo algo que llamó poderosamente su atención: ¡en la pantalla de la televisión en la que estaban emitiendo las noticias de la mañana estaba su fotografía! Decidida a saber más sobre aquel asunto se acercó al aparato para oír lo que se decía en aquel momento:
“Una joven fue asesinada ayer en su domicilio por su pareja. Según nos han comentado algunos amigos cercanos a ellos, su compañera sentimental le había sido infiel, lo que pudo ser el origen de la disputa entre ambos, la cual acabó cobrándose la vida de la víctima. Mientras la policía se desplaza al domicilio de la pareja para detener al culpable, familiares y amigos dan el último adiós a Gerardine Labeau”.

4 comentarios:

Timore dijo...

Me parece muy bueno, aunque también te digo que ni en relatos me gusta oir estas cosas...

Espero que algún día te animes a escribir un libro. Yo estoy empezando uno, pero lo sacaré a la luz cuando me apetezca jejeje

Besos,

Timore

Anónimo dijo...

hola lokilla
me ha encantado el relato así que anímate y escribe más cosillas de vez en cuando e? jaja.
Un besazo enorme! tkm!

Anónimo dijo...

buenaaaas chiqui, me ha encantado tu relato yte animo a que sigas escribiendo y publicando cosillas en el blog. eres la mejor!!!! beeeesitos bombón

Anónimo dijo...

Está vastante bien la historia, un final vastante bueno, un poco imprvisible que es lo que suele gustar, y triste a la vez. Sigue así. Un besito.