sábado, 25 de octubre de 2008

1 de mayo

Tras unos meses de ausencia vuelvo con un relato que espero sea de vuestro agrado. No dejéis de comentar mis entradas, pues son vuestras opiniones e ideas las que me animan a seguir escribiendo.
Hasta mi próxima entrada.



1 de mayo



De: Corinne.
Para: Carrie.
Asunto: mi visita a Londres

Querida Carrie:
Hace tiempo que no sé de ti. Espero que te encuentres bien. Aquí en Escocia está lloviendo como de costumbre y todo sigue como siempre.
Supongo que ya sabrás que la semana pasada estuve en Londres, tu hermosa ciudad natal; unas cuestiones de trabajo me retuvieron allí durante unos días. Quise llamarte pero Annie me dijo que no lo hiciera, ya que no estabas en la ciudad y te habías ido a descansar unos días después de todo aquello. Estuve cenando con ella y me contó tu historia, aún viniendo de una persona tan digna de confianza como Annie me cuesta creerlo. Sólo quiero que sepas que siempre me tendrás ahí, al pie del cañón dispuesta a ayudarte.
Me acuerdo tal y como si fuera ayer el día en que nos encontramos por primera vez, yo acababa de llegar a aquella empresa y enseguida me sentí cómoda trabajando en equipo con aquella pelirroja de grandes y vivaces ojos, la cual se había identificado como Carrie Witaker, tú misma. Recuerdo también cuando descubrimos la agradable circunstancia de que tú habías nacido el 1 de mayo de 1984 y yo el 2 del mismo mes y año. Sobre todo puedo recordar con especial alegría aquellos cumpleaños que celebramos juntas con el resto del grupo.
Me acuerdo también de que me contaste que un sueño te estaba preocupando últimamente no tanto por su contenido sino por la frecuencia del mismo. Me comentabas que caminabas por el centro de la ciudad cuando un coche se te cruzaba delante y siempre parecía estar a punto de atropellarte, aunque siempre lograbas despertar antes de que eso sucediera. Sin embargo lo que más te impresionaba de tu recurrente pesadilla era la vista de un joven de rubio cabello y azules ojos que te miraba con intensidad y corría hacia ti intentando salvarte de una muerte segura, pero siempre aparecía en su rostro ese tinte de frustración por no llegar a tiempo para cumplir su misión. Por más que intentaste encontrar algún significado coherente a tu sueño no lo hallaste, por lo cual decidiste olvidarte de aquello por el momento.
Apenas han transcurrido dos semanas desde que te encontrabas comiendo en aquella cafetería cuando viste entrar a aquel chico que te impresionó desde el principio por aquella sensación tan real de conocerle de algo, aunque realmente no recordabas cuándo y dónde le habías visto. De repente caíste en la cuenta de que ¡se trataba de aquel que te había seguido en tu sueño! Todavía no habías salido de tu estupor cuando te diste cuenta de que él había notado tu larga e intensa mirada. Antes de que te percataras de ello te había saludado cortésmente y se había sentado en tu mesa frente a ti.
“Hola” –te saluda con cierta timidez.
Sin saber muy bien cómo reaccionar le devolviste el saludo y no te opusiste a aquel repentino interés por su parte de acompañarte mientras comías.
“Disculpa si te molesto, pero en cuanto te he visto he sentido un gran impulso de hablar contigo, como si realmente tuviéramos algo en común –te comentó tras un prolongado e incómodo silencio.
“Quizás nos hayamos visto en algún sitio. A mí también me suena bastante tu rostro pero ahora mismo no recuerdo de qué” –le dijiste evasivamente.
Tras vencer el miedo y la timidez de los primeros instantes iniciasteis una agradable charla que se prolongó hasta que finalmente terminaste de comer, pagaste y saliste de aquel restaurante. Aún hoy recuerdo tu alegría al contarme aquella misma noche todo lo acontecido y las inevitables bromas que te hice al respecto, pensando yo de veras que, al conocer a John Lacey, por fin habías encontrado a aquella persona especial con la que llevabas soñando durante tanto tiempo.
Unos días más tarde fuiste a comer a ese mismo restaurante. Tras echar un vistazo le viste sentado a la mesa, mientras tomaba una bebida. La sonrisa que se dibujó en sus labios al verte te resultó tan cálida y espontánea que cualquier reparo que albergaras en tu corazón se disipó al instante.
“De nuevo volvemos a encontrarnos” –te dijo con ojos chispeantes de diversión cuando tomaste asiento.
“Cierto –Le respondiste algo extrañada. ¿Vienes mucho por aquí”?
“Sí…. No es lo que más me gusta, pero vengo bastante a menudo”
“¿Por qué….? Vaya, disculpa, no debí preguntarte….
“Tranquila –Te respondió mirándote directamente a los ojos. No tengo ningún problema en decírtelo. A pesar de que no te conozco presiento que puedo confiar en ti lo suficiente como para explicarte parte de mis circunstancias”.
Tras unos segundos, John comenzó su relato.
“Hace ya muchos años ocurrió una gran desgracia en mi familia. Rosie, mi querida, mi pequeña hermana de tres años falleció sin que ninguno de nosotros tuviera tiempo de disfrutar lo suficiente de su compañía”
“Vaya –Dijiste compasivamente. ¿Fue de algún accidente?
“Sí…. De automóvil. Fue atropellada por un conductor que había ingerido más alcohol de la cuenta sin que yo tuviera tiempo de salvarla. Se llevó uno de los pilares de mi vida. Desde entonces en mi hogar nada ha vuelto a ser como antes, a pesar de que han transcurrido muchos años. Muchas veces ni siquiera soporto estar en aquella casa, pues me resulta demasiado duro y trato de pasar fuera de ella el mayor tiempo posible”.
“Nunca he pasado por nada parecido, pero puedo imaginarme la pérdida –trataste de ponerte en su lugar. Supongo que hay personas que están destinadas a pasar gran parte de su vida contigo, sin embargo hay otras que sólo aparecen como un regalo y cuando han cumplido la misión para la que vinieron a este transitorio mundo deben marcharse, para proseguir su camino y evolucionar en otras vidas futuras”.
“Realmente yo le he dado mil vueltas y de veras que no sé a qué atenerme –suspira apesadumbrado.
Tras permanecer en aquella cafetería gran parte de la tarde saliste al aire fresco de la noche londinense. Camino de tu casa no pudiste olvidar a la pequeña Rosie, aquella niña que con su muerte había sumido a toda una familia en un dolor que no quería desaparecer, como una herida que se negara a cicatrizar. Sin embargo presentías que aquella tarde habías conseguido con tus palabras que John se sintiera algo mejor con respecto a ello, lo viste en aquellos ojos azules que rivalizaban con el azul del cielo estival.
Me comentó Annie cuánto le extrañó que la llamaras a aquella hora…. Y más aún el motivo de tu llamada: deseabas ir al cementerio a ver la tumba de Rosie. Intentó razonar contigo, hacerte ver lo descabellado de la idea. Sin embargo pronto entendió que tú lo necesitabas para calmar el súbito nerviosismo que se había abatido sobre ti.
Os costó encontrar la tumba a aquella hora tan avanzada, sin embargo allí estaba. Una pequeña lápida adornada con aquellos ángeles de rígidos y sonrientes rostros.
Me contó Annie que leíste la inscripción de la lápida…. Y que tu piel se tornó blanca como el papel.
“¿Qué sucede? –te preguntó alarmada. ¡Carrie! ¿Te encuentras bien?”
Sin poder evitarlo un mareo se estaba adueñando de todo tu cuerpo, por lo cual tuviste que sentarte en el banco más cercano. Una vez te encontraste lo suficientemente recuperada decidió que lo mejor para ti era acompañarte a tu casa y asegurarse de que te encontrabas bien antes de irse. No obstante antes de marcharos Annie decidió echar un vistazo a la inscripción de la lápida de Rosie:
“Rosie Lacey. “01/05/1981 - 1/05/1984. Trágicamente perdida pero nunca olvidada”.

Desde luego no tengo que decir que no hallo ninguna explicación lógica a toda esta historia. Me contó Annie también que sigues en contacto con John, pero no me dijo si le comentaste algo sobre todo lo sucedido.
Por favor escríbeme pronto, aunque sólo sea para decirme que te encuentras bien.
Besos y abrazos
Corinne.

jueves, 17 de julio de 2008

Luna

Tras encontrarme ausente durante un tiempo por diversos motivos, vuelvo a la carga con un relato. Además en esta ocasión he contado con la colaboración de lo que considero toda una promesa en el mundo de la traducción e interpretación, además de una excelente persona y amiga. ¡Gracias Mónica!
Espero que os guste y que lo disfrutéis mucho.



Luna




Serían las doce de la mañana cuando llamaba al intercomunicador del piso de mi amiga Lucía.
“¿Bajas?” –pregunté en cuanto contestó.
“En cinco minutos estoy ahí” –me respondió una voz adormilada al otro extremo del hilo telefónico.
Enseguida comprendí que, como era la costumbre en mi amiga, serían mucho más de cinco minutos. En efecto, al cuarto de hora aparecía corriendo por la puerta. La verdad es que su nuevo vestido de playa rojo la favorecía bastante; una sonrisa cordial curvaba sus labios. Era una rubia de estatura similar a la mía, aunque bastante más ancha de caderas y hombros.
“ay qué ver, todavía durmiendo a esta hora”! –dije en tono de broma.
“Deja de regañarme como si fueras mi madre”
“Si fuera tu madre te habría sacado de la cama por lo menos a las nueve! ¿Qué te acostaste tarde anoche o qué?”
“Sí, Luna me tuvo al teléfono hasta las mil. En realidad no sé por qué le ha afectado tanto; Pedro era bastante aficionado a la bebida, a las drogas y a saber a qué más historias. La verdad es que no sé cómo estaban juntos todavía”
“Yo tampoco lo entiendo, pero bueno, supongo que no será tan extraño. Cuántas mujeres hay maltratadas por sus maridos y se niegan a denunciarlo”
“Sí, es verdad” –reconoció Lucía.
“Sin embargo, yo sé lo que preocupa a Luna, lo que no entiendo es por qué se sigue sintiendo tan culpable dada la clase de novio que tenía”.
“Tú lo has dicho, tenía –dijo irónicamente mi compañera. No es que me alegre de su muerte, pero tampoco puedo decir que lo sienta.
“Lo que le pasa a Luna es que se siente mal por haber estado con el chico éste que ella nos contó”.
“Pero de nada sirve preocuparse ahora, Pedro está muerto y enterrado y ahora Luna es libre de hacer lo que quiera”.
Seguimos hablando mientras recorríamos la avenida hasta la hermosa playa gaditana.
“Aquí mismo, ¿no? –dije mientras hacía amago de soltar mi mochila.
“Pero si nos ponemos ahí el agua llegará en menos de una hora” –protestó mi amiga.
“No me gustaría volver a perder otra vez la cartera mientras me baño” –repliqué yo a mi vez.
“¡Mira quien está ahí”! –exclamó de pronto Lucía.
En efecto, paseando por la orilla del mar estaba Luna. Enseguida nos vio y le hicimos señas para que se acercara.
Luna era sin lugar a dudas la más guapa de todas nosotras. De estatura similar a la mía y delicada como una flor de primavera, tenía unos ojos de color turquesa que había heredado sin duda de su padre de origen estadounidense, mientras que de su madre nacida en nuestra hermosa ciudad de Cádiz había tomado una brillante cabellera de ébano cuyas hebras bajaban lisas hasta los hombros. Su tez rica, cetrina, de color café sugería que a pesar de que nos encontrábamos a principios de verano había pasado en la playa mucho más tiempo que nosotras.
“¿Cómo es que has venido tú sola? –le pregunté. No te avisamos porque pensamos que querrías descansar”.
“Necesitaba venir y refrescarme” –Me respondió mientras se tumbaba en la arena.
Tanto Lucía como yo procuramos no nombrarle la extraña y repentina muerte de su novio, por lo cual la conversación se tornó liviana y agradable. De pronto sonó el móvil de Luna.
“No pasa nada, es un mensaje” –nos contestó sin darle mayor importancia.
Cogió su mochila y sacó su teléfono. De pronto su tez perdió su tono bronceado que le era característico para tornarse blanca como el papel.
“¿Pasa algo, Luna? –preguntó Lucía alarmada. ¿Estás bien?
“no…. No lo sé….” –respondió mientras le temblaba todo el cuerpo.
Faltó un pelo para que el teléfono cayera sobre la arena; menos mal que se lo arrebaté enseguida de las manos y leí la pantalla.
En ella aparecía un mensaje de texto…. ¡de Pedro! El texto era simplemente una pregunta: “No te quedó nada por contarme?”
“Seguramente será una broma de mal gusto, tampoco te pongas así” –le dije extrañada de que se preocupara tanto.
“¿Qué pasa? –Preguntó Lucía mientras cogía el teléfono de mis manos.
Tras leerlo comentó que, tal y como yo afirmaba, debía tratarse de una broma.
Luna había permanecido extrañamente muda todo este tiempo. Sin embargo enseguida exclamó:
“¡Ninguna de vosotras entendéis nada! ¡Es imposible que se trate de una broma”!
“¡Pero cómo iba a ser de otro modo! –grité yo misma a su vez. ¿Qué pensabas que te lo iba a enviar desde el más hallá o qué?
“¡Seguís sin entender! –gritó Luna ya fuera de sí. ¡Yo no le dije antes de morir nada sobre…. Nuestro nuevo compañero de trabajo”!
“Ya, claro –dije yo. Y que él seguramente se iba a enterar, ¿no? Venga ya, seguro que alguien te ha enviado el sms desde su móvil”
“¡Lo enterraron con el teléfono”! –gritó Luna ya fuera de sí. Yo misma lo vi. Lo tenía fuertemente agarrado con las manos, sus padres hicieron lo imposible por quitárselo y no hubo manera”!

A aquella hora de la tarde la centralita parecía echar humo. Nos encontrábamos en la oficina donde trabajábamos como teleoperadoras todas nosotras, perteneciente a la compañía telefónica “yellow”, de la cual éramos clientes tanto nosotras como el fallecido novio de Luna.
“Aquí en los registros no aparece ninguna operación reciente de duplicado de tarjeta” –nos respondió nuestro compañero. ¿Por qué tenéis tanto interés en saberlo?
Luna nos había pedido encarecidamente que guardásemos silencio, sin embargo en aquel momento estuve muy tentada de contárselo. Tras la crisis de ansiedad que había sufrido nuestra compañera habíamos tenido que llevarla a su casa y meterla en la cama. Si de veras había alguien capaz de ayudarla a salir de ese estado era Pablo, el cual clicaba en ese momento en el recuadro azul que mostraba las últimas operaciones llevadas a cabo con ese número. Aquel muchacho de negro cabello y verdes ojos era el mismo que llevaba enamorado de Luna casi desde que ella entró a trabajar en la compañía y con el que mi amiga había estado últimamente a espaldas de su fallecido novio.
“Sólo qeríamos saber si alguien había tomado ya ese número porque de lo contrario quizás Luna se haga con él –respondió Lucía lanzándome una dura mirada de advertencia.
“Pues en ese caso no hay ningún problema para que lo haga enseguida –respondió Pablo. La tarjeta debería estar desactivada, no entiendo como sus familiares no lo han hecho ya”.
“¿Podrías hacerlo tú mismo ahora?” –pregunté yo súbitamente.
“Creo que sí, si el cliente está fallecido de nada sirve tenerla activa”
Volvió a concentrarse nuevamente en el ordenador. Estuvo unos minutos observando atentamente la pantalla mientras una expresión de fastidio se reflejaba en su rostro.
“¿Pasa algo?” –pregunté.
“No consigo desactivarla…. Me da un error. Según la aplicación este número se encuentra en plena actividad… Dejarme ver con más detalle…. Según la aplicación se está enviando un mensaje de texto en este mismo instante desde este número y no me lo explico. ¿No será que algún familiar esté usando el móvil de Pedro? ¿Por qué no procuráis enteraros antes de desactivar la tarjeta?”
“Supongo que habrá que preguntar” –dijo Lucía con escasa convicción. “en fin, nos iremos ya mismo. Queremos pasarnos por casa de Luna antes de que sea demasiado tarde”.
“Si os esperáis media hora a que acabe mi turno y llegue el relevo os acompaño. Mientras podéis tomaros algo en la cafetería”.
En efecto, a la media hora convenida llegaba Pablo dispuesto a venir con nosotras.
“La verdad es que todo esto ha sido una gran conmoción para todos” –comentó tras salir a la calurosa tarde de verano. ¿Cómo habéis visto a Luna”?
“Algo disgustada, pero creo que lo superará” –contestó evasivamente Lucía. “Esta mañana estuvimos con ella en la playa y luego se fue a descansar”.
“¿Puedo preguntar de qué murió Pedro”? –quiso saber Pablo.
“Es extraño –contesté sinceramente. Cuando sus padres llegaron a su casa después del trabajo se lo encontraron aparentemente inconsciente. Lo llevaron corriendo al hospital pero no pudieron hacer nada; prácticamente ingresó cadáver”.
“Muy extraño… -dijo Pablo para sí. ¿No será que se pasó con la cocaína otra vez?”
“No sé, Luna no nos dijo nada de eso, sólo que los médicos certificaron su muerte”.
Casi habíamos llegado. Justo delante del portal de mi amiga se encontraba un muchacho que me resultaba vagamente familiar, a pesar de que no podía verle la cara. De pronto se volvió y… ¡pero cómo podía ser! ¡Era imposible! Pensé que tenía un verdadero problema de visión, ya que el chico que se aparecía delante de nosotros todavía a una considerable distancia no era ni más ni menos que Pedro, el fallecido novio de nuestra amiga.
“¡No puedo creerlo! –exclamé. Parece encontrarse en perfecto estado….”
Lucía parecía pálida y desencajada. Llamó mi atención y enseguida comprendí el motivo de su preocupación: casi oculta dentro del abrigo que se había puesto a pesar de encontrarnos en verano asomaba la culata de una pistola.
Pablo parecía extrañamente mudo, seguramente pensando en cómo actuar. Por fortuna Pedro no había reparado en ninguno de nosotros, ocupado como estaba amartillando el arma. En cuanto terminó su labor levantó la vista y vio nuestras caras.
“¡Ah, eres tú”! –exclamó fuera de sí apuntando a Pablo con la pistola. Desde luego que cuando me lo dijeron no quise creerlo, pero ahora que te veo justo delante del portal de Luna no me queda ninguna duda…. ¡no tienes nada que hacer, ni aquí ni en ninguna parte”!
De pronto ahogué un grito, ya que el arma apuntaba directamente a la cabeza de Pablo.
No había tiempo que perder. Con gran destreza y habilidad, Pablo agarró del cuello a su oponente dominándolo con su estatura.
“Suelta ahora mismo esa pistola, si no quieres que te ahorque aquí mismo y ahora” –amenazó sin vacilación.
La bebida que seguramente había ingerido Pedro antes de venir seguramente le impedía calcular la magnitud de lo que le decían, no obstante dejó caer la pistola al suelo.
“Eso está mejor –continuó Pablo en su tono más mordaz. Y ahora explícame cómo es que te encuentras aquí, habiendo sido ayer tu funeral… ¡y con una pistola delante del portal de Luna”!
“Bien, bien…. Te lo explicaré…. ¡si me dejas! ¿De verdad no lo adivinas?... Esos incompetentes no se dieron ni cuenta…. Yo tenía una catalepsia… ¡me enterraron vivo! ¿Sabes lo que significa despertarte dentro de un ataúd? Por fortuna tenía el teléfono móvil y pude llamar a alguien para que me sacara de ahí.”
No daba crédito a mis oídos, sin embargo era cierto. ¡Pedro estaba vivo, después de que yo misma había visto sepultar su cuerpo el día anterior!
“¿Y se puede saber qué hacías aquí con una pistola?” –demandó Pablo imperturbable en apariencia.
“¡Ejecutar mi venganza! ¡Hacer lo correcto! Le envié un sms… le dije que lo sabía todo…. No el hecho de que estaba vivo… y le dije que me tenía que llevar a alguno de los dos… ella eligió sacrificar su vida para que tú siguieras en este mundo…. ¡aun sin merecerlo, porque no es así! ¡Todo esto ha sido por tu culpa! ¡Tú me la robaste!
Aquellos muchachos parecieron perder el poco control que habían podido mantener hasta ahora, ya que la pelea pareció ser cada vez más violenta. Ya me disponía a llamar a la policía cuando vi que Pedro volvía a tomar la pistola… Trató de asesinar a su oponente, pero su estado le impedía apuntar correctamente. De pronto oímos un ensordecedor disparo.
Las rodillas de Pedro comenzaron a doblarse y un chorro de sangre manaba de su cuello…. Seguramente se había disparado él mismo sin darse cuenta.
“¡Llama a una ambulancia”! –exclamó Pablo alarmado.
Lucía ya se disponía a avisar al equipo médico. Sin embargo algo atrajo mi atención. La puerta del piso comenzó a abrirse…
“¡Luna”! –exclamé.
Pablo se apresuró a cubrir el rostro de Pedro con su enorme abrigo.
“¡Pero…. Cómo? ¿Qué ha pasado? ¿Qué hacéis vosotros….?”
Hizo amago de acercarse al yaciente cuerpo de su pareja, pero unos brazos la tomaron por los codos haciéndola retroceder.
“¡No! –exclamó Pablo. No es un bonito espectáculo… y está muerto”
“¿De quien se trata! –gritó Luna y trató de apartarlo de un empujón.
Toqué suavemente el hombro de Pablo.
“Mejor que lo sepa cuanto antes…” –dije con la mayor tranquilidad de la que fui capaz.
El me miró y asintió.
Luna, ya más calmada, se acercó…. Y poco a poco retiró el abrigo que cubría el rostro del fallecido.

miércoles, 7 de mayo de 2008

de vuelta

Después de un tiempo ausente en EEUU para recoger a mi nuevo amigo y compañero, vuelvo a la carga con este espacio que tanto me gusta. Para quien no lo sepa diré que por fin me han dado un perro guía, se llama Vegas y es precioso tanto por fuera como por dentro.
Hoy he recibido esto en mi bandeja de entrada y me gustaría compartirlo con vosotros... impresionante.
Hasta mi próxima entrada.


Fernando Orden Rueda 2º de Bachillerato, de Ciencias de la Salud. IES Bioclimático, de Badajoz. II Premio del II Concurso Nacional 'Carta a un maltratador',
convocado por la Asociación 'Juntos contra la violencia doméstica'  

Para ti, cabrón: Porque lo eres, porque la has humillado, porque la has menospreciado, porque la has golpeado, abofeteado, escupido, insultado... porque
la has maltratado. ¿Por qué la maltratas? Dices que es su culpa, ¿verdad? Que es ella la que te saca de tus casillas, siempre contradiciendo y exigiendo
dinero para cosas innecesarias o que detestas: detergente, bayetas, verduras... Es entonces, en medio de una discusión cuando tú, con tu 'método de disciplina'
intentas educarla, para que aprenda. Encima lloriquea, si además vive de tu sueldo y tiene tanta suerte contigo, un hombre de ideas claras, respetable.
¿De qué se queja? 

Te lo diré: Se queja porque no vive, porque vive, pero muerta. Haces que se sienta fea, bruta, inferior, torpe... La acobardas, la empujas, le das patadas...,
patadas que yo también sufría.
Hasta aquel último día. Eran las once de la mañana y mamá  estaba sentada en el sofá, la mirada dispersa, la cara pálida, con ojeras. No había dormido
en toda la noche, como otras muchas, por miedo a que llegaras, por pánico a que aparecieses y te apeteciera follarla (hacer el amor dirías) o darle una
paliza con la que solías  esconder la impotencia de tu borrachera. Ella seguía guapa a pesar de todo y yo me había quedado tranquilo y confortable con
mis piernecitas dobladas. Ya había hecho la casa, fregado el suelo y  planchado tu ropa. De repente, suena la cerradura, su mirada se dirige hacia la puerta
y apareces tú: la camisa por fuera, sin corbata y ebrio. Como tantas veces. Mamá temblaba. Yo también. Ocurría casi cada día, pero no nos acostumbrábamos.
En ocasiones ella se había preguntado: ¿y si hoy se le va la mano y me mata? La pobre creía que tenía que aguantar, en el fondo pensaba en parte era culpa
suya, que tú eras bueno, le dabas un hogar y una vida y en cambio ella no conseguía hacer siempre bien lo que tú querías. Yo intentaba que ella viera cómo
eres en realidad. Se lo explicaba porque quería huir de allí, irnos los dos...Mas, desafortunadamente, no conseguí hacerme entender.  

Te acercaste y sudabas, todavía tenías ganas de fiesta. Mamá dijo que no era el momento ni la situación, suplicó que te acostases, estarías cansado. Pero
tu realidad era otra. Crees que siempre puedes hacer lo que quieres. La forzaste, le agarraste las muñecas, la empujaste y la empotraste contra la pared.
Como siempre, al final ella terminaba cediendo. Yo, a mi manera gritaba, decía: mamá no, no lo permitas. De repente me oyó. ¡Esta vez sí que no!-dijo para
adentro-, sujetó tus manos, te propinó un buen codazo y  logró escapar. Recuerdo cómo cambió tu cara en ese momento. Sorprendido, confuso, claro, porque
ella jamás se había negado a nada. 

 Me puse contento antes de tiempo. 

Porque tú no lo ibas a consentir. Era necesario el castigo para educarla. Cuando una mujer hace algo mal hay que enseñarla. Y lo que funciona  mejor es
la fuerza: puñetazo por la boca y patada por la barriga una y otra vez... 

Y sucedió. 

Mamá empezó a sangrar. Con cada golpe, yo tropezaba contra sus paredes. Agarraba su útero con mis manitas tan pequeñas todavía porque quería vivir. Salía
la sangre y yo me debilitaba. Me dolía todo y me dolía también el cuerpo de mamá. Creo que sufrí alguna rotura mientras ella caía desmayada en un charco
de sangre.  

Por ti nunca llegué a nacer. Nunca pude pronunciar la palabra mamá. Maltrataste a mi madre y me asesinaste a mí. 

Y ahora me dirijo a tí. Esta carta es  para tí, cabrón: por ella, por la que debió ser mi madre y nunca tuvo un hijo. También por mí que sólo fui un feto
a quien negaste el derecho a la vida. 

Pero en el fondo, ¿sabes?, algo me alegra. Mamá se fue. Muy triste, pero serenamente, sin violencia, te denunció y dejó que la justicia decidiera tu destino.
Y otra cosa: nunca tuve que llevar tu nombre ni llamarte papá. Ni saber que otros hijos felices de padres humanos señalaban al mío porque en el barrio
todos sabían que tú eres un maltratador. Y como todos ellos, un hombre débil. Una alimaña. Un cabrón. 

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Fuente: LA GACETA EXTREMEÑA DE LA EDUCACIÓN.  

jueves, 13 de marzo de 2008

el amor de tus sueños

Publico otro de mis relatos. Lo empecé el día de San Valentín, pero debido a la falta de tiempo no he podido terminarlo hasta hace unos días.


El amor de tus sueños



Alice Delli, te sientes diferente. No porque te fascine todo aquello relacionado con el ocultismo y otros temas por el estilo, ni tampoco porque te preocupes tanto por los grandes misterios de la naturaleza; no porque te aburran los cotilleos con los que se nutren muchas de tus amigas ni porque te parezcan tonterías no merecedoras de la más mínima atención. Tampoco por tu hermosa y brillante masa de rizos rubios y tu pequeña cara de muñeca, ni tampoco por tu figura delgada, delicada y lozana.
Te sientes diferente porque has vivido una situación por la que muy pocos han atravesado en toda su existencia.
No sé por qué hoy me he sentido motivada a contar tu historia. Probablemente será por el hermoso ramo de rosas rojas que ha llegado esta mañana a mi casa y que ha hecho que empiece este día de San Valentín con una sonrisa, o más bien el amor de quien lo ha enviado, el caso es que me he sentido inspirada a contar esto que a continuación relataré con la mayor exactitud posible.

En un hermoso pueblecito de la costa siciliana, siendo un día tal y como ayer te encontrabas sentada delante de tus apuntes de Medicina, al igual que yo delante de los míos de derecho. Sin embargo te sentías agotada, llevabas muchas horas estudiando y los párpados te pesaban como si fueran de plomo. Tanto era así que el bolígrafo con el que escribías te resbaló de la mano sin querer, tus ojos se cerraron y te encontraste en un lugar diferente.
Era una hermosa playa, la conoces como a la palma de tu mano puesto que vas a ella todos los veranos desde que eras poco más que un bebé, aunque en los últimos años en invierno la frecuentas también para dar largos paseos y relajarte de tus múltiples cargas y tensiones. Te encontrabas caminando hacia la orilla para dar uno de tus frecuentes paseos, sin embargo algo te hizo detenerte en seco: a unos metros de ti se encontraba un joven que te llevaría un par de años a lo sumo. No era un muchacho excepcionalmente guapo: 1,80m de estatura, cabello moreno, de cuerpo atlético y de verdes y vivaces ojos. Sin embargo, aquel chico te observaba con una sonrisa que transmitía una alegría y una paz indescriptibles; se veía tan brillante y tan feliz, emanaba una energía positiva altamente contagiosa mientras te sonreía en la distancia.
Justo cuando ibas a acercarte una puerta que se cerraba en alguna parte de la casa te despertó, volviendo así a tu habitación y desvaneciéndose la imagen del muchacho que tanto te había impresionado. Tu corazón latía alocadamente mientras te incorporabas y enseguida caíste en la cuenta de que estabas demasiado cansada para seguir estudiando, de manera que decidiste dejarlo por el momento.
Hoy, al levantarte, has visto en la mesa del desayuno a tus padres entregándose los regalos de San Valentín y celebrando sus muchos años de matrimonio. Ni te acordabas que hoy era día 14 de febrero, nunca le has dado importancia a esas cosas. Sin embargo sientes cierta nostalgia; desde luego no te importa el hecho de que no haya regalos para ti, no suele haberlos. Sin embargo sabes que tu mayor regalo de San Valentín sería ver al joven que apareció en tus sueños y de súbito se te pasa por la mente qué sentirías si te abrazara, si presionara sus manos contra tu espalda o te besaran esos labios que tan cálidamente te sonreían.
Al momento decides ir a la playa un rato para relajarte y dar uno de aquellos paseos que tanto bien te hacen.
La hermosa costa se encuentra desierta a esta hora de la mañana, lo cual contrasta con lo embravecido del mar que se extiende ampliamente frente a ti. De pronto tus ojos casi se salen de las órbitas, ya que ves la silueta de una persona aunque no puedes distinguir con claridad de quien se trata debido a la distancia que todavía os separa. Sin embargo observas que viene hacia ti y…. ¡no puedes creerlo! ¿Pero cómo….? ¿Qué está sucediendo? En un momento crees estar soñando, pero la realidad de la arena bajo tus pies, del rumor de las olas y sobre todo de aquellos ojos y la cautivadora sonrisa de quien te mira fijamente es demasiado real y evidente y, sobre todo, de aquellos pasos que se acercan a ti sin ninguna duda.
De pronto comprendes que esto no debe estar bien, sin duda lo mejor es irte cuánto antes. Te das la vuelta para huir de allí, sin embargo no miras bien por dónde vas, por lo cual no ves un gran pedrusco que se cruza en tu camino y que casi te hace caer sobre la arena; menos mal que unos brazos fuertes y rápidos te sujetan por la cintura impidiendo la inminente caída.
--¿Te has hecho daño? –pregunta aquel desconocido con una voz que denota verdadera preocupación.
Sin saber muy bien por qué tienes la sensación de haber oído esa voz muchas más veces.
--Yo…. Yo….
Te sientes tan torpe e insegura que una frase coherente que tan bien te vendría tarda un poco en salir.
--Iba paseando y….
--Ya está, no ha pasado nada –te responde seguido de una risa cálida y cristalina.
Sin saber muy bien hacia dónde ir, ambos comenzáis a caminar por la orilla del mar que se muestra cada vez más salvaje
.--¿Cómo te llamas? –le preguntas tímidamente.
--Marco Dabassi, ¿y tú?
--Soy alice Delly.
Sin saber qué decir continuáis caminando por la hermosa playa.
--¿Vives aquí desde hace mucho? –preguntas para romper el incómodo silencio que ha caído entre vosotros.
--Sí, en una casita blanca en la esquina de la calle Estrella, a dos manzanas del centro –contesta con naturalidad como si todos los días se lo preguntara una chica que acabara de conocer.
--Me extraña bastante, ya que este pueblo no es muy grande y nunca te he visto por aquí.
--Sí, es verdad, pero ahora que nos hemos visto…. Considero un regalo haberte encontrado.
Habéis llegado a unas rocas que os cierran el paso, de manera que os paráis y ambos observáis el hermoso paisaje que os rodea.
Estás justamente frente a él y te parece todavía más impresionante que visto desde lejos: su franca sonrisa, los destellos de sus ojos verdes…. De pronto te das cuenta de lo que está sucediendo: te parece completamente natural cerrar los ojos, sentir sus brazos a tu alrededor, sus labios sobre los tuyos en un beso inseguro y vacilante en un principio para volverse más apasionado hasta dejarte sin aliento.
Sin duda esto no debe estar bien, esto está ocurriendo sin tú apenas darte cuenta y todo está yendo demasiado rápido, por lo cual te separas quizás con demasiada brusquedad.
Sin embargo, al abrir los ojos y echar un vistazo te das cuenta de que te encuentras sola en la inmensidad de la playa. ¿Cómo puede sucederte esto? Desde luego que el mundo a tu alrededor tiene que haberse vuelto loco…. ¡pero si hace tan sólo unos segundos estaba entre tus brazos! Pero por más que miras a todas partes no consigues hallarle.
En fin, de nada servirá afligirse ahora, será mejor que vuelvas a casa antes de que se te haga tarde.
El rojo atardecer está cayendo y el sol se oculta lentamente entre los edificios que hay frente a tu ventana. No puedes dejar de pensar en Marco, te das cuenta de que nunca antes te había sucedido algo así con ninguno de los chicos que habías conocido hasta ahora. No sabes cuándo ni cómo ha podido suceder, pero quizás te hayas enamorado de él sin querer. ¿Y qué hacer ahora? ¿Ir a su casa? No, eso es imposible, sin duda no es lo correcto. ¡Pero sientes tantos deseos de verle!
Tras pensarlo mucho decides acercarte. Total, no tienes nada que perder y al fin y al cabo no queda demasiado lejos.
Caminas a buen paso hasta la mansión y pulsas el timbre. Tras unos segundos que te parecen horas la puerta se abre dejando ver a un hombre mayor y bien parecido. Enseguida le reconoces, sin duda se trata del padre de Marco.
--Hola, buenas tardes –saludas cortésmente. ¿Se encuentra en casa Marco Davassi?
Los ojos del hombre parecen echar chispas al mirarte.
--¿cómo puedes ser tan cruel? ¿Cuándo van a parar las bromas pesadas de este tipo?
Te quedas tan sorprendida que no sabes qué decir ni qué hacer.
El hombre comienza a cerrar la puerta, pero un impulso te hace gritar:
--¡No, por favor, espere!
La puerta vuelve a abrirse completamente.
--¿Y ahora qué quieres? ¿No has tenido ya bastante?
--¿Por qué me dice esas cosas? No pensé que fuera tan grave venir a ver a su hijo….
--Cómo si no lo supieras –te contesta con desdén. Mi hijo murió hace exactamente un año en un accidente de tráfico.
La puerta se cierra de golpe.
Sin poder parar de llorar te diriges hacia la playa, el único lugar en el que puedes hallar consuelo.
No puedes evitar preguntarte qué habría sucedido si os hubiérais conocido mientras él vivía, si el accidente hubiera podido evitarse…. Y sobre todo y lo más importante, cómo ibas a aceptar que nunca estaría a tu lado ni volverías a sentir de nuevo lo que sentiste mientras estuviste con él esta mañana en aquel mismo lugar.
Como respuesta a tu pregunta, una brisa fresca y tonificante sube desde el mar y acaricia tus mojadas mejillas. En aquel instante te das cuenta de que nunca estarás sola, de que él siempre estará a tu lado, habiéndote dado los recuerdos más hermosos de tu vida para prensar entre las páginas de tu memoria.
El día de San Valentín del año que viene piensas volver a la playa para dar uno de tus paseos. Quizás ese día no sólo te encuentres al amor de tus sueños.

martes, 4 de marzo de 2008

Quizás sirva para algo

Realmente cualquiera que escuche a los políticos de turno afirmar que en su gobierno la economía fue mucho mejor que en el del partido contrario
pensaría que todos andamos montados en el dólar. Pero sin embargo son quienes menos pueden hablar, o si no dime qué saben ellos de llegar a fin de mes,
de estudiar y tener que hacer malabares para que el dinero llegue para cubrir los múltiples gastos porque con las becas no hay ni para coger el tren para
ir a la facultad (en caso de que te la concedan) o de pagar auténticos dinerales en relación a los sueldos por un piso de 30 metros cuadrados.
Desde luego nada va a cambiar de la noche a la mañana ni pretendemos hacernos ricos sin trabajar, pero he encontrado un sitio donde conseguir unos ingresos
extras de una manera relativamente sencilla que sólo requiere de la colaboración de todos para que funcione.
Se trata de una web en la cual te pagan por leer publicidad. ¿Cómo puede ser eso? La explicación es muy sencilla: esa página cobra a los anunciantes
por enviarnos publicidad y parte de ese dinero va a nuestras manos. Cuántos anuncios tenemos que tragarnos diariamente por televisión, radio, prensa y
otros medios sin recibir nada a cambio?
Sin embargo para que este proyecto merezca la pena es necesario que se difunda y que todos pongan de su parte, ya que con los correos que lee una persona
sola no se gana casi nada, sino que realmente se consigue dinero con los correos que abran tus amigos y conocidos que se adhieran. Esto es porque cuando
te registras en la página para poder participar te proporcionan un enlace que puedes darle a tus contactos; si se registran mediante dicho vínculo te pagarán
a ti por cada correo que ellos abran; por cada contacto de tus contactos que participen y por cada e-mail que abran ganarás tú también y así sucesivamente hasta cinco niveles.
Desde luego no nos vamos a hacer millonarios, pero sí que podemos conseguir unos ingresos complementarios que no le vienen mal a nadie por abrir entre dos
y cinco correos diarios.
Os daré un enlace para que podáis registraros
Si tenéis alguna duda ponerme un comentario en el blog y yo trataré de responder lo antes posible.

http://www.es-facil.com/ganar/alta?Id=64766502

lunes, 18 de febrero de 2008

amor informático

Encontré esta reflexión por Internet, no aparece su autor pero aun así me encantó y quise compartirla con vosotros.


- Cliente: ¿Estoy llamando al departamento de Atención a Clientes?
- Empleado: Así es; buenos días. ¿En qué puedo ayudarle?
- Cliente: Estuve revisando mi equipo y encontré un sistema que se llama AMOR pero no funciona. ¿Me puede ayudar con eso?
- Empleado: Seguro que si. Pero yo no puedo instalárselo; tendrá que instalarlo usted mismo, yo lo oriento por teléfono, ¿le parece?
- Cliente: Si, puedo intentarlo. No se mucho de estas cosas, pero creo que estoy listo para instalarlo ahora. ¿Por donde empiezo?
- Empleado: El primer paso es abrir tu CORAZÓN. ¿Ya lo localizaste?
- Cliente: Si, ya. ¿Pero hay varios programas ejecutándose en este momento? ¿No hay problema para instalar mientras siguen ejecutándose?
- Empleado: ¿Cuáles son esos programas?
- Cliente: Déjame ver... Tengo DOLORPASADO.EXE, BAJAESTIMA.EXE, CORAJE.EXE y RESENTIMIENTO.COM ejecutándose en este momento.
- Empleado: No hay problema. AMOR borrará automáticamente DOLORPASADO.EXE de tu sistema operativo actual. Puede que se quede grabado en tu memoria permanente,
pero ya no afectará otros programas.
AMOR eventualmente reemplazara BAJAESTIMA.EXE con un módulo propietario del sistema llamado ALTAESTIMA.EXE. Sin embargo, tienes que apagar completamente
los programas CORAJE.EXE y RESENTIMIENTO.COM. Estos programas evitan que AMOR se instale adecuadamente. ¿Los puedes apagar?
- Cliente: No se como apagarlos. ¿Me puedes decir cómo?
- Empleado: Con gusto. Ve al menú INICIO e invoca PERDON.EXE. Ejecútalo tantas veces como sea necesario hasta que CORAJE.EXE y RESENTIMIENTO.COM hayan sido
borrados completamente.
- Cliente: Ok... listo. AMOR ha empezado a instalarse automáticamente. ¿Es esto normal?
- Empleado: Si. En breve recibirás un mensaje que dice que AMOR estará activo mientras CORAZÓN este vigente. ¿Puedes ver ese mensaje?
- Cliente: Si, si lo veo. ¿Ya se terminó la instalación?
- Empleado: Si, pero recuerda que solo tienes el programa base. Necesitas empezar a conectarte con otros CORAZONES para poder recibir actualizaciones.
- Cliente: Oh, oh... Ya me apareció un mensaje de error. ¿Qué hago?
- Empleado: ¿Qué dice el mensaje de error?
- Cliente: Dice "Error 412 - programa no activo en componentes internos". ¿Qué significa eso?
- Empleado: No te preocupes, ese es un problema común. Significa que AMOR está configurado para ejecutarse en CORAZONES externos, pero no ha sido ejecutado
en tu CORAZÓN.
Es una de esas cosas técnicas complicadas de la programación, pero en términos no técnicos significa que tienes que "AMAR" tu propio equipo antes de poder
"AMAR" a otros.
- Cliente: Entonces, ¿qué hago?
- Empleado: ¿Puedes localizar el directorio llamado "AUTO ACEPTACIÓN"?
- Cliente: Si, aquí lo tengo.
- Empleado: Excelente, aprendes rápido.
- Cliente: Gracias.
- Empleado: De nada. Haz "clic" en los siguientes archivos para copiarlos al directorio "MICORAZON": AUTOPERDON.DOC, AUTOESTIMA.TXT, VALOR.INF y REALIZACION.HTM.
El sistema reemplazara cualquier archivo que haga conflicto y entrará en un modo de reparación para cualquier programa dañado.
También, debes eliminar AUTOCRITICA.EXE de todos los directorios, y después borrar todos Los archivos temporales y la papelera de reciclaje, para asegurar
que se borre completamente y nunca se active.
- Cliente: Entendido. ¡Hey! Mi CORAZÓN se está llenando con unos archivos muy bonitos. SONRISA.MPG se está desplegando en mi monitor e indica que CALOR.COM,
PAZ.EXE y FELICIDAD.COM se está replicando en todo mi CORAZON. 
- Empleado: Eso indica que AMOR está instalado y ejecutándose. Ya lo puedes manejar de aquí. Una cosa mas antes de irme...
- Cliente: ¿Si?
- Empleado: AMOR es un software sin costo. Asegúrate de dárselo, junto con sus diferentes módulos, a todos los que conozcas y te encuentres.
EJECUTA TU PROGRAMA "CORAZON"

sábado, 2 de febrero de 2008

infidelidad oscura

Tal y como algunos me pedistéis, publico un relato inédito que he escrito durante un respiro. No es de gran calidad, debido a que no le he podido dedicar mucho tiempo, pero aún así espero que os guste y que lo disfrutéis mucho.
Me despido hasta la próxima entrada.



Infidelidad oscura


Todavía algo aturdida por los últimos acontecimientos, Gerardine Labeau volvió a la realidad. Poco a poco fue recordando lo sucedido la noche anterior mientras un frío helado le recorría la columna vertebral. Por más que le pesara y a sabiendas de que la perdería, Sylvie debía saber lo que había sucedido. Le dolía bastante lo que había hecho, no tanto romper su amistad con aquella mujer que siempre estaba intentando compararse con ella y hacer que se sintiera inferior de múltiples maneras.
Tras levantarse y refrescarse con una buena ducha, decidió que sería adecuado invitar a su amiga a desayunar mientras Pierre, su novio, dormía tras la noche de fiesta que habían pasado en la bella ciudad de Tolouse. A aquella hora Sylvie estaría saliendo del bar en el que trabajaba, de manera que seguramente aceptaría su invitación.
Aunque para Gerardine fueron sólo unos minutos, en media hora Sylvie tocaba el timbre de la puerta,tras lo cual la abrió de par en par y la invitó a pasar.
--Realmente pensé que estarías durmiendo –comentó Sylvie. ¿Os fuisteis muy tarde del pub?
--A eso de las seis –respondió Gerardine mientras sacaba unas tazas del mueble y las llenaba con un humeante café. Ya se había ido casi todo el mundo menos Alice y Marguerite.
--Bueno, era de esperar. ¿Dónde está Pierre?
--Todavía duerme.
--Vaya, me podrías haber llamado para comer y así Jean, mi novio hubiera venido también.
--No me apetecía que estuvieran ellos, en realidad quería hablar sólo contigo –dijo Gerardine sentándose frente a su compañera.
La preocupación crispó la frente de Sylvie.
--¿Problemas otra vez con Pierre?
--No, no es eso.
--¿Entonces? Me estás empezando a preocupar de veras.
Aquella era la oportunidad de hacer lo verdaderamente correcto; o hablaba ahora o no lo podría hacer nunca más.
--Ha sucedido algo, Sylvie, y creo que estás en tu derecho a saberlo –comenzó diciendo. Jean y yo… hemos estado juntos. Anoche no estuve en el pub con los demás…. Sino con él.
Un mortal silencio cayó entre las dos.
--¡Me lo figuraba! –exclamó Sylvie indignada. Nosotras siempre sabemos detectar esas cosas, como bien sabes, y sólo esperaba el momento en el que pudiera descubriros, pero ahora tú misma has demostrado qué clase de ser abominable eres.
--Sylvye, escúchame….
--No tengo nada más que escuchar, creo que ya he oído bastante. El que parece vivir en otra galaxia es tu adorado Pierre, pero no te preocupes que muy pronto sabrá con qué clase de ramera anda.
Se levantó y tras coger su bolso que colgaba de una silla salió del apartamento dando un portazo.
Comprendía a la perfección la reacción de su compañera, pero al menos estaba tranquila de que al fin había hecho lo que correspondía.
En aquel momento apareció Pierre en la cocina, seguramente se habría despertado con el portazo de Sylvie.
--Buenos días, ¿has dormido bien? –preguntó Gerardine mientras le ofrecía una taza de café.
El no respondió, sino que se limitó a tomar la taza que se le ofrecía y a sentarse en la silla de la que hacía unos minutos se había levantado Sylvie, mientras miraba a su pareja con unos ojos rezumantes de cólera.
--¿Por qué no quieres hablar? ¿Por qué me miras de ese modo? ¿Qué he hecho? –preguntó Gerardine alarmada.
-¿De veras me lo preguntas? –dijo al fin Pierre irónicamente. Apareces a las siete de la mañana sin saber de dónde vienes, holiendo a colonia de hombre y con marcas rojas en el cuello…. ¿Y todavía me preguntas que qué has hecho?
Gerardine prefirió callar ante aquel ataque verbal.
--¡Lo he oído todo! –exclamó de súbito Pierre dando un puñetazo en la mesa y derramando sobre el mantel unas gotas del negro líquido. Fuiste muy tonta al dejar abierta la puerta del dormitorio. ¿Realmente pensaste que podías engañarme?
En un arranque de ira se levantó de la mesa y agarró a Gerardine por su rubio cabello mientras le propinaba gran cantidad de golpes.
--¡Déjame! ¡Me haces daño! ¡Suéltame! ¡Podemos hablar! –gritaba Gerardine desesperada.
--¿Hablar? ¡Ja! ¿Y de qué serviría? –Exclamó Pierre mientras agarraba un largo cuchillo carnicero que había sobre la mesa.


Gerardine despertó de lo que le parecía el sueño más extraño que había tenido en toda su vida. Se sentía más que bien y dispuesta a comenzar de nuevo. Tenía ganas de ver a Pierre y pedirle que la perdonara, que dejara atrás el pasado y que comenzaran de cero una nueva vida juntos.
Acompañada por estos pensamientos se levantó rápidamente de la cama y se dirigió a la diminuta cocina. Sentado a la mesa se encontraba Pierre tomando unas tostadas.
--Pierre –dijo Gerardine de pronto. Sé que tienes motivos para no querer hablar conmigo, ni verme más…. Pero me gustaría que me escucharas aunque fuera sólo un momento.
Ni siquiera volvió la cabeza, sino que continuó concentrado en su desayuno.
--Necesito que hablemos…. No me gustaría que esto terminara así, sin ni siquiera tener la oportunidad de expresar lo que siento.
Silencio.
--¿No puedes siquiera decirme algo? ¡Aunque sea un insulto o para echarme de tu casa!
Pierre continuó sin ni siquiera mirarla, como si no se encontrara en la habitación.
Harta de que no le hiciera caso, Gerardine decidió salir para dar un paseo y refrescarse.
Vagando por las familiares calles del centro de su ciudad, de súbito decidió entrar en un bar que había en la esquina para tomar un vaso de agua. Nada más cruzar el umbral de la puerta y echar un rápido vistazo hubo algo que llamó poderosamente su atención: ¡en la pantalla de la televisión en la que estaban emitiendo las noticias de la mañana estaba su fotografía! Decidida a saber más sobre aquel asunto se acercó al aparato para oír lo que se decía en aquel momento:
“Una joven fue asesinada ayer en su domicilio por su pareja. Según nos han comentado algunos amigos cercanos a ellos, su compañera sentimental le había sido infiel, lo que pudo ser el origen de la disputa entre ambos, la cual acabó cobrándose la vida de la víctima. Mientras la policía se desplaza al domicilio de la pareja para detener al culpable, familiares y amigos dan el último adiós a Gerardine Labeau”.