sábado, 25 de octubre de 2008

1 de mayo

Tras unos meses de ausencia vuelvo con un relato que espero sea de vuestro agrado. No dejéis de comentar mis entradas, pues son vuestras opiniones e ideas las que me animan a seguir escribiendo.
Hasta mi próxima entrada.



1 de mayo



De: Corinne.
Para: Carrie.
Asunto: mi visita a Londres

Querida Carrie:
Hace tiempo que no sé de ti. Espero que te encuentres bien. Aquí en Escocia está lloviendo como de costumbre y todo sigue como siempre.
Supongo que ya sabrás que la semana pasada estuve en Londres, tu hermosa ciudad natal; unas cuestiones de trabajo me retuvieron allí durante unos días. Quise llamarte pero Annie me dijo que no lo hiciera, ya que no estabas en la ciudad y te habías ido a descansar unos días después de todo aquello. Estuve cenando con ella y me contó tu historia, aún viniendo de una persona tan digna de confianza como Annie me cuesta creerlo. Sólo quiero que sepas que siempre me tendrás ahí, al pie del cañón dispuesta a ayudarte.
Me acuerdo tal y como si fuera ayer el día en que nos encontramos por primera vez, yo acababa de llegar a aquella empresa y enseguida me sentí cómoda trabajando en equipo con aquella pelirroja de grandes y vivaces ojos, la cual se había identificado como Carrie Witaker, tú misma. Recuerdo también cuando descubrimos la agradable circunstancia de que tú habías nacido el 1 de mayo de 1984 y yo el 2 del mismo mes y año. Sobre todo puedo recordar con especial alegría aquellos cumpleaños que celebramos juntas con el resto del grupo.
Me acuerdo también de que me contaste que un sueño te estaba preocupando últimamente no tanto por su contenido sino por la frecuencia del mismo. Me comentabas que caminabas por el centro de la ciudad cuando un coche se te cruzaba delante y siempre parecía estar a punto de atropellarte, aunque siempre lograbas despertar antes de que eso sucediera. Sin embargo lo que más te impresionaba de tu recurrente pesadilla era la vista de un joven de rubio cabello y azules ojos que te miraba con intensidad y corría hacia ti intentando salvarte de una muerte segura, pero siempre aparecía en su rostro ese tinte de frustración por no llegar a tiempo para cumplir su misión. Por más que intentaste encontrar algún significado coherente a tu sueño no lo hallaste, por lo cual decidiste olvidarte de aquello por el momento.
Apenas han transcurrido dos semanas desde que te encontrabas comiendo en aquella cafetería cuando viste entrar a aquel chico que te impresionó desde el principio por aquella sensación tan real de conocerle de algo, aunque realmente no recordabas cuándo y dónde le habías visto. De repente caíste en la cuenta de que ¡se trataba de aquel que te había seguido en tu sueño! Todavía no habías salido de tu estupor cuando te diste cuenta de que él había notado tu larga e intensa mirada. Antes de que te percataras de ello te había saludado cortésmente y se había sentado en tu mesa frente a ti.
“Hola” –te saluda con cierta timidez.
Sin saber muy bien cómo reaccionar le devolviste el saludo y no te opusiste a aquel repentino interés por su parte de acompañarte mientras comías.
“Disculpa si te molesto, pero en cuanto te he visto he sentido un gran impulso de hablar contigo, como si realmente tuviéramos algo en común –te comentó tras un prolongado e incómodo silencio.
“Quizás nos hayamos visto en algún sitio. A mí también me suena bastante tu rostro pero ahora mismo no recuerdo de qué” –le dijiste evasivamente.
Tras vencer el miedo y la timidez de los primeros instantes iniciasteis una agradable charla que se prolongó hasta que finalmente terminaste de comer, pagaste y saliste de aquel restaurante. Aún hoy recuerdo tu alegría al contarme aquella misma noche todo lo acontecido y las inevitables bromas que te hice al respecto, pensando yo de veras que, al conocer a John Lacey, por fin habías encontrado a aquella persona especial con la que llevabas soñando durante tanto tiempo.
Unos días más tarde fuiste a comer a ese mismo restaurante. Tras echar un vistazo le viste sentado a la mesa, mientras tomaba una bebida. La sonrisa que se dibujó en sus labios al verte te resultó tan cálida y espontánea que cualquier reparo que albergaras en tu corazón se disipó al instante.
“De nuevo volvemos a encontrarnos” –te dijo con ojos chispeantes de diversión cuando tomaste asiento.
“Cierto –Le respondiste algo extrañada. ¿Vienes mucho por aquí”?
“Sí…. No es lo que más me gusta, pero vengo bastante a menudo”
“¿Por qué….? Vaya, disculpa, no debí preguntarte….
“Tranquila –Te respondió mirándote directamente a los ojos. No tengo ningún problema en decírtelo. A pesar de que no te conozco presiento que puedo confiar en ti lo suficiente como para explicarte parte de mis circunstancias”.
Tras unos segundos, John comenzó su relato.
“Hace ya muchos años ocurrió una gran desgracia en mi familia. Rosie, mi querida, mi pequeña hermana de tres años falleció sin que ninguno de nosotros tuviera tiempo de disfrutar lo suficiente de su compañía”
“Vaya –Dijiste compasivamente. ¿Fue de algún accidente?
“Sí…. De automóvil. Fue atropellada por un conductor que había ingerido más alcohol de la cuenta sin que yo tuviera tiempo de salvarla. Se llevó uno de los pilares de mi vida. Desde entonces en mi hogar nada ha vuelto a ser como antes, a pesar de que han transcurrido muchos años. Muchas veces ni siquiera soporto estar en aquella casa, pues me resulta demasiado duro y trato de pasar fuera de ella el mayor tiempo posible”.
“Nunca he pasado por nada parecido, pero puedo imaginarme la pérdida –trataste de ponerte en su lugar. Supongo que hay personas que están destinadas a pasar gran parte de su vida contigo, sin embargo hay otras que sólo aparecen como un regalo y cuando han cumplido la misión para la que vinieron a este transitorio mundo deben marcharse, para proseguir su camino y evolucionar en otras vidas futuras”.
“Realmente yo le he dado mil vueltas y de veras que no sé a qué atenerme –suspira apesadumbrado.
Tras permanecer en aquella cafetería gran parte de la tarde saliste al aire fresco de la noche londinense. Camino de tu casa no pudiste olvidar a la pequeña Rosie, aquella niña que con su muerte había sumido a toda una familia en un dolor que no quería desaparecer, como una herida que se negara a cicatrizar. Sin embargo presentías que aquella tarde habías conseguido con tus palabras que John se sintiera algo mejor con respecto a ello, lo viste en aquellos ojos azules que rivalizaban con el azul del cielo estival.
Me comentó Annie cuánto le extrañó que la llamaras a aquella hora…. Y más aún el motivo de tu llamada: deseabas ir al cementerio a ver la tumba de Rosie. Intentó razonar contigo, hacerte ver lo descabellado de la idea. Sin embargo pronto entendió que tú lo necesitabas para calmar el súbito nerviosismo que se había abatido sobre ti.
Os costó encontrar la tumba a aquella hora tan avanzada, sin embargo allí estaba. Una pequeña lápida adornada con aquellos ángeles de rígidos y sonrientes rostros.
Me contó Annie que leíste la inscripción de la lápida…. Y que tu piel se tornó blanca como el papel.
“¿Qué sucede? –te preguntó alarmada. ¡Carrie! ¿Te encuentras bien?”
Sin poder evitarlo un mareo se estaba adueñando de todo tu cuerpo, por lo cual tuviste que sentarte en el banco más cercano. Una vez te encontraste lo suficientemente recuperada decidió que lo mejor para ti era acompañarte a tu casa y asegurarse de que te encontrabas bien antes de irse. No obstante antes de marcharos Annie decidió echar un vistazo a la inscripción de la lápida de Rosie:
“Rosie Lacey. “01/05/1981 - 1/05/1984. Trágicamente perdida pero nunca olvidada”.

Desde luego no tengo que decir que no hallo ninguna explicación lógica a toda esta historia. Me contó Annie también que sigues en contacto con John, pero no me dijo si le comentaste algo sobre todo lo sucedido.
Por favor escríbeme pronto, aunque sólo sea para decirme que te encuentras bien.
Besos y abrazos
Corinne.

2 comentarios:

Esteban Cajón de relatos dijo...

El relato es muy bonito, entro poco a tu blok pero siempre hay un reelato nuevo. Sigue asçi, muchos besos.

Aina dijo...

Yo creo que las personas que conocemos en nuestra vida ya las hemos conocido antes en muchas otras vidas, incluso si no son de nuestra familia. Conozco a dos hermanas que siempre han sabido que en una vida anterior han sido amantes. Bueno, el relato es muy bonito, yo creía que se iban a enamorar o algo así jeje. Te voy a recomendar dos libros sobre estos temas: "Muchas vidas, muchos maestros" y "Lazos de amor", ambos de Brian Weiss. Que sigas siendo tan mística. Un abrazo.