miércoles, 12 de diciembre de 2007

el amor y la locura

Hola!
Debido a mis múltiples responsabilidades no he podido dedicarle mucho tiempo últimamente a este espacio tan importante y con tantas ansias de crecer en esplendor en todos los sentidos. Sin embargo, como no puedo dejar de lado aunque sea por unos días esta labor tan importante, he creído conveniente publicar esta leyenda. Me la encontré por casualidad por mi PC, no recuerdo quien me la envió, no obstante es bellísima. Espero que os guste.
Saludos.



Cuentan que una vez se reunieron en un lugar de la Tierra todos los sentimientos y cualidades de los hombres y ocurrió cuanto sigue: Cuando el aburrimiento
bostezó por tercera vez, la locura, como siempre tan loca, les propuso:
-¿Jugamos al escondite? La intriga levantó la ceja intrigada, y la curiosidad, sin poder contenerse, preguntó: -¿Al escondite? ¿Cómo se juega? -Es un juego-
Explicó la locura- En que yo me tapo la cara y comienzo a contar hasta un millón, mientras todos ustedes se esconden y cuando yo haya terminado de contar
el primero de ustedes que encuentre ocupará mi lugar para continuar el juego.
El entusiasmo bailó secundado por la euforia. La alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a la duda, e incluso a la apatía, a la que nunca le
interesaba nada. Pero no todos quisieron participar. La verdad prefirió esconderse -¿para qué?- si al final siempre la encontraban. La soberbia opinó que
era un juego tonto- en el fondo lo que le molestaba era que la idea no fuese suya- y la cobardía prefirió no arriesgarse. -Uno, dos, tres, cuatro, cinco,
seis...-comenzó la locura
La primera en esconderse fue la pereza, que, como siempre, se dejó caer tras la primera piedra del camino. La fe subió al cielo, y la envidia se escondió
tras la sombra del triunfo, que con su propio esfuerzo había logrado al subirse a la copa del árbol más alto. La generosidad casi no alcanzaba a esconderse.
Cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos: que si un lago cristalino para la belleza, que si el bajo de un árbol perfecto
para la timidez, que si el vuelo de la mariposa para la voluptuosidad, que si una ráfaga de viento para la libertad... Así que terminó por ocultarse en
un rayito de sol.
El egoísmo, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo, sólo para él. La mentira se escondió en el fondo de los océanos
-esto no es verdad, se escondió detrás del arcoiris.- y la pasión y el deseo en el centro de los volcanes. Cuando la locura contaba novecientos noventa
y nueve mil novecientos noventa y nueve, el amor no había encontrado todavía un sitio para esconderse, pues todo se encontraba ocupado, hasta que vio un
rosal y, estremecido, decidió esconderse entre sus flores. -un millón- contó la locura, y comenzó a buscar.
La primera en aparecer fue la pereza, sólo a tres pasos de la piedra. Después se escuchó a la fe discutiendo con Dios sobre zoología. Y la pasión y el deseo
los sintió vibrar en los volcanes. En un descuido encontró a la envidia y, claro, no pudo deducir donde se encontraba el triunfo. Al egoísmo no tuvo que
buscarlo; él solito salió de su escondite, que había resultado ser un enjambre de avispas.
De tanto caminar sintió sed y al acercarse al lago, descubrió a la belleza. Y con la duda resultó más fácil todavía, pues la encontró sentada en una cerca
sin decidir donde esconderse. Así fue encontrando a todos:
El talento entre la hierba fresca; la angustia en una oscura cueva; la mentira detrás del arcoiris; y hasta el olvido, el cual ni se acordaba de que estaba
jugando al escondite. Pero sólo el amor no aparecía por ningún sitio.
La locura buscó detrás de cada árbol, bajo cada arroyo del planeta, en la cima de las montañas, y cuando estaba por darse por vencida, divisó un rosal y
las rosas... y tomó una horquilla, y comenzó a pinchar en el corazón de las rosas y, de pronto, escuchó un grito.
Las espinas habían herido en los ojos al amor. La locura no sabía que hacer para disculparse; lloró, rogó, imploró y hasta prometió ser su lazarillo. Desde
entonces, desde que por primera vez se jugó al escondite en la tierra, el amor es ciego y la locura lo acompaña siempre.

No hay comentarios: