viernes, 14 de diciembre de 2007

mujeres en el siglo XXI

Hola!
Hoy mismo me he llevado un sobresalto al echar un vistazo al calendario y darme cuenta de que nos encontramos a dos semanas de que acabe este 2007. Recuerdo que cuando era pequeña un día me parecía una semana, una semana un mes, un mes como un año y un año casi como un siglo.... Pero ahora parece que todo sucede a cámara rápida; parece que las semanas tienen tres días y los meses apenas un par de semanitas.
Sin embargo, no he podido evitar que un escalofrío me recorriera el cuerpo cuando he leído en un periódico digital el número de víctimas de este año de la violencia de género, las cuales ascienden a 83. Realmente es una cifra alarmante, la cual no consigue descender con todas las leyes que se aprueban para proteger a este colectivo tan castigado por este problema. Aunque no es mi intención justificar este número tan elevado de muertes, debo admitir que no es extraño, dadas las circunstancias sociales en las que vivimos y la ineludible realidad que golpea y arrastra, aquella en la que las leyes sólo son una fachada que ocultan una verdad incuestionable.
La discriminación de las mujeres comienza a ser inculcada desde la más tierna infancia, en la cual a las niñas siempre se les regala "cocinitas", muñecos que simulan bebés para que las niñas los mimen y los cuiden y mil cosas por el estilo, en cuyos anuncios aparecen como no pequeñas jugando con ellos. Sin embargo, para los niños es distinto: coches, videoconsolas y mil objetos no relacionados por supuesto con el cuidado de los hijos y el hogar. Desde luego esto no se puede cambiar de un día para otro, pero inevitablemente obstaculiza el desarrollo en esta materia si desde pequeños ya se les enseñan mediante juegos y juguetes esta clase de ideas.
Este proceso continúa en la adolescencia y la juventud, en la cual en muchos hogares a los chicos se les permiten cosas de manera casi indiscutible, mientras que para las chicas mejor ni hablar de ellas. ES importante indicar que a estas edades este tipo de comportamientos son más peligrosos, pues es en esta etapa en la que se configuran la personalidad y los hábitos que regirán durante toda la vida. Por eso es realmente imprescindible tener una personalidad de hierro y no ser nada vulnerable para poder soportar estas afrentas al orgullo y a la dignidad por parte de los progenitores y familiares.
Pero los actos de discriminación no acaban aquí. Continúan cuando llega la fatídica hora de buscar un trabajo estable que permita vivir una existencia digna y sin demasiados problemas económicos, cuando se pierden un empleo tras otro por no ceder a las exigencias impuestas por los selectores de personal, en muchos casos sexuales, por el simple motivo de que hay otras chicas más guapas y con menos escrúpulos que las aceptan sin ningún problema con tal de obtener el puesto de trabajo deseado. Esta situación se agrava por el hecho de que muchas mujeres se nieguen a denunciar este tipo de discriminación.
De este modo, es imposible afirmar que son sólo los maridos o compañeros sentimentales de las mujeres asesinadas los únicos culpables. Realmente, todos aqellos que practican o impulsan conductas de este tipo son casi tan culpables como los autores de estos horribles crímenes.
Por tanto, de nada sirve aprobar tantas leyes sobre la violencia de género que luego no se van a cumplir o que no van a dar los resultados esperados, porque verdaderamente, ¿alguien ha visto descender el número de víctimas de la violencia de género con respecto a otros años? Indudablemente no, porque no es sólo el marco legislativo el que tiene que cambiar para solucionar este problema, sino la sociedad al completo. Si los esfuerzos se centraran en este cometido en lugar de guardar unas apariencias para callarnos la boca a los ciudadanos tendríamos una sociedad realmente libre e igualitaria.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La verdad es que debo decir que llevas mucha razón en casi todo lo que dices, aunque identificar la culpabilidad de los asesinos con la del resto de personas que hacen cosas como las que mencionas en tu artículo me parece un poco excesivo. Además hay un sector importante que has olvidado, el de las marujas y cotillas que, para mí, al vivir en un pueblo pequeño se me hacen más evidentes. No tengo más que salir a la calle y escuchar (aunque ellas se crean que no las oyes) comentarios como "huyyyyy, que escote lleva! adónde irá? seguro que a ningún sitio decente! y seguro que el padre no lo sabe!" Al día siguiente ya está mi padre "qué pasa, que ayer llevabas un escote que te llegaba al ombligo no? Sin embargo mi hermano menor puede hacer lo que le dé la gana, que nadie lo critica ni lo censura a pesar de que muchas veces hace cosas mucho más graves que las que hago yo.
En fin, que me ha gustado tu modo de abordar el tema y también el artículo sobre las preguntas de abogados en España, me cuesta creer que sean reeales jajaja.
Un besito y espero que sigas publicando muchas más entradas interesantes.

Anónimo dijo...

hola loquilla
os na decirte que tienes mucha razón en lo que dices.
Pienso que la sociedad no debería establecer que las mujeres estamos destinadas a actuar de una u otra forma y que si no lo hacemos así nos miren raro o hagan comentarios sobre nosotras.
Pienso que tenemos que ser libres para hacer lo que consideremos en nuestra vida y poder ser independientes.
Pos na killa que no se me ocurre nada más que ponerte. Sigue con el blog que está to chulo y tiene cosas muy curiosas.
muacs!

Timore dijo...

Me encanta la forma de escribir que tienes, sólo ponerle una pega, esos holas al principio de cada post... creo que sobran, piensa que no me estás escribiendo una carta jejejeje, simplemente estás escribiendo un artículo que los demás leeremos. Imagínate que te escogen para escribir en un periódico, pondrías en tu artículo un Hola! hasta luego! XDDDD

Por lo demás, todo me gusta, y antes de irme, decirte que ya estás en la lista de los blogs de mis amigos en mi blog que cuando quieras puedes visitar, leer y comentar.

Besotes,

Timore